Todo
cuanto existe está sujeto a cambios, sobretodo y es más distinguible lo que ser humano interviene; a través de las épocas adquiere y renueva
su significado y su razón de existir. Pero del mismo modo que el
hombre afecta lo que toca, así mismo sus creaciones pueden hacerlo
cambiar. El caso de la fotografía es un claro ejemplo de esto.
Para
el siguiente ensayo fue necesario el análisis de dos textos, uno
corresponde al libro “Sobre la fotografía” de Susan Sontag y el
otro “Después de la fotografía escrito por Fred Ritchin. Ambos
tocan temas fundamentales en torno a la fotografía, y las
posibilidades que esta le trajo al hombre vistos desde dos contextos
históricos muy distintos. Desde su origen y desarrollo asta su salto
al mundo digital, cada uno con sus peculiaridades. Sin embargo
existen algunos puntos que tienen en común los dos autores,
cuestiones que han trascendido a los años y a los medios. Ambos
señalan las ventajas con las que la nuevas tecnologías enriquecen
nuestra manera de ver el mundo, si algo comparte Ritchin con Sontang
es la idea del “cambio”; “La fotografía vino para cambiar
nuestra manera de ver todo lo que nos rodea”, nos dice Sontag
refiriéndose a la fotografía análoga, nos dice también que la
apreciación, y la percepción de las cosas, con la fotografía es
como volver a ver el mundo desde otro punto de vista, encontrar un
hallazgo fotográfico, de algo conocido y redescubrirlo bajo otra
luz. Por otro lado, Ritchin respecto a la fotografía que se
desenvuelve en a la era digital, nos dice que este cambio es tal que,
“nos hemos transformado en seres virtuales, “nos hemos convertido
en la materia de nuestros propios sueños”, es decir que si
intervenimos el mundo de manera distinta, este cambiará a nuestro
modo y nosotros con éste. El mundo real se ha reducido a una
referencia de la realidad que se construye virtualmente. Pero hay
otra idea aun más importante compartida entre los dos autores, y es
que efectivamente hay desventajas que los avances trajeron consigo;
la sobreproducción de imágenes indiscriminadamente. Y bajo este
diagnostico que Susan señaló y que Ritchin nos vuelve a recordar,
es necesario tomar una postura responsable y hacer lo que esté en
nuestras manos para darle un uso adecuado a este medio.
Sontag,
bajo la idea de la caverna de Platón, nos sugiere un cambio o una
manera distinta de ver el mundo a partir de la existencia de la
fotografía, gracias a “la visión fotográfica” y su código
visual, amplía nuestras nociones de lo que es importante mirar.
Según Sontang es experiencia y conocimiento ligado
directamente a la realidad, y por la cual se puede conocer el mundo.
Algunas ideas de estas permanecen vigentes hasta nuestros días según
la perspectiva de Ritchin.
Efectivamente la fotografía ha
cambiado la manera en que percibimos el mundo, de alguna manera
creamos una nueva representación de la realidad al mismo
tiempo que nos alejamos de esta. La abandonamos por lo que nos
muestran los distintos medios de comunicación a través de la imagen
y valoramos todo cuanto nos
rodea según una serie de nuevas reglas que propone el medio.
Sontang
nos plantea la idea de la belleza y cómo es que su valoración ha
ido transformándose desde la producción individual de distintos
artistas. Por un lado, bajo las ideas de Withman, nos dice que todo
cuanto se fotografía es bello o exhibe cierta belleza, en una suerte
de generalización de la estética. Dos trabajos destacables acerca
de esto son los de Edward Steichen y Diane Arbus. Por un lado
Steichen con su serie fotográfica de Edward Steichen “La familia
humana” que busca hacernos ver la belleza humana en tanto
pertenecen a la misma especie, y en tanto fueron captados por una
cámara.. En el libro de Ritchin no
pasa de esa manera, no
menciona directamente obre la belleza,
pero de manera deductiva
podemos asimilar que dentro
del contexto digital esta
apreciación de los valores estéticos, se
atomiza a múltiples opiniones
emitidas
desde distintos espacios, todo es relativo al tiempo y al espacio, al
entorno, a la información y a las ideas con la cual la imagen sea
relacionada. Es decir, si se toma la fotografía de un zorzal, al
mismo tiempo que se fotografían los eventos de la destrucción de
una guerra, en una especie de relación contextual, tiempo/espacio,
la apreciación de estos eventos serán relativos entre sí en una
suerte de yuxtaposición.
Darle
importancia a algo a través de retratarlo, estamos decidiendo qué
retratar, para los fotógrafos analógicos, esta práctica era
habitual, no tenían la
cantidad extrema de disparos como los fotógrafos digitales,
sus rollos y placas eran limitadas, de manera que tenían que
discernir qué fotografiar a través de un proceso mucho más
consciente en contraste con la fotografía digital, que le da al
fotógrafo la posibilidad del ensayo y el error de manera deliberada.
No
quiere decir que todo fotógrafo digital dispare sin
sentido, pero es un vicio o
una tentación posible, latente.
Aunque también bajo la
intención de hacerlo, dadas
las facultades y
por que así se
plantee el auto, es
perfectamente válido
hoy en día.
Una
de las cualidades que suponen los avances tecnológicos, es la
posibilidad de hacer la vida más fácil al ser humano, justo como
planteaba ya desde entonces Sontag, aparir del slogan de Kodak,
“usted solo haga click”, esto significa ampliar su uso a casi
cualquier persona, nos abre las puertas a la democratización y
popularización de la fotografía, de modo que ya casi cualquier
persona puede fotografiar con algún dispositivo. Esto supuso y
supone, un número inimaginable de posibilidades y puntos de vista
para producir imágenes, tanto como cada habitante sobre la tierra.
La
utilidad de las imágenes producidas también varía con el paso del
tiempo, ya sea como objetos para exhibirse, como muletas de la
memoria, como arte o expresión, etc. es decir, cuando se abre de
este modo la construcción de contenidos visuales, es necesario
preguntarnos respecto a todo lo que llega a nuestras manos o
pantallas: ¿de dónde proviene? ¿cual es la intención del autor?.
Sontag nos cuenta que en cierto contexto la fotografía fue capaz de
procurar pruebas. Nos menciona la utilidad de la que se sirvió la
policía de París casi recién inventada. Y en esto se diferencia
ampliamente de lo que propone Ritchin en el contexto actual. Para él,
“la verdad” en la fotografía digital está absolutamente
desvirtuada. Sus opiniones se ubican mucho más dentro del habiente
editorial donde la “verdad” es fundamental, un entorno en el que
la veracidad de las imágenes debería ser estrictamente controlada.
Desde este contexto nos explica que, para la era digital, la
construcción de esta veracidad o supuesta verdad va mucho más
ligada con la percepción del sujeto o usuario, y la credibilidad que
este sea capaz de conferirle, idealmente, desde un análisis
individual y subjetivo. Esta necesidad surge, gracias a que ahora ya
no solo los fotógrafos de periodismo pueden producir contenido
editorial. En tanto se universalizó la producción de pruebas que
sustentan hechos en torno a la fotografía relativa al periodismo o a
la documentación, la posibilidad de una “verdad”, se nos escapa
de las manos.
Ritchin,
señala la transformación de lo análogo a lo digital. Esta
capacidad de imitar lo real desde otra lógica, por ejemplo un
escritorio de una oficina se traslada al interior de una computadora
con todas sus funciones perfectamente. Es decir con una referencia de
lo real, se puede construir un nuevo mundo digital, debido a su
referencia nos parece familiar e incluso mucho más fácil,
“amigable”, compacto, transportable, entre otras cualidades. Una
realidad que tenemos en nuestras manos y que podemos manipular, un
cambio en la visión del mundo, de la realidad, el pensamiento y la
vida. O como lo plantea Sontang desde el contexto histórico que le
permitía analizar, es posible coleccionar el mundo, tener una
referencia de este a través de una serie de fotografías como “Los
carabineros” en 1963. Nos dice Sontag, fotografiar significa
adquirir un poder sobre lo fotografiado. Sin embargo, este poder se
ha salido de nuestra capacidad de control. La era digital nos
convierte a todos los que estamos en contacto con ella en “usuarios”.
Debido a las cualidades que se le han imputado a la tecnología,
gracias a su programación estricta y matemática, y su apariencia
diseñada y frívola, es fácil relacionarla con “perfección”,
ante nuestra inexperiencia o ignorancia; de este modo el usuario está
en desventaja, lo que propicia una relación de poder, nos propone
otra realidad, con otras reglas que para acceder hay que obedecer.
La
facilidad con la que el mundo digital se puede manipular y modificar
nos hace finalmente quedarnos en él, sobre el mundo real. En la era
digital, tanto el mundo digital como el mundo real es manipulable. Nos
acostumbramos a ver una realidad fotogénica, a la que accedemos a
través de un rectángulo o pantalla. Ya nadie ve lo que le rodea,
preferimos esa ficción, que es reflejo de nuestros deseos.
Y en
este punto es importante cuestionarnos, ¿en dónde queda la ética
en la producción y manipulación de imágenes? ¿hasta qué punto es
permitido modificar una imagen que va avalar una verdad? ¿deberían
existir estas reglas?
Al
integra imagen a la Red, comienza su transformación ya sea que se
haya modificado previamente o no. “El momento decisivo” que nos
proponía Cartier Bresson queda totalmente anulado, la autoría de la
fotografía se vuelve maleable, de modo que ya en el entorno digital
y su cualidad de estar presente en cualquier parte del planeta,
alguien del otro lado del mundo puede tomarla, darle otro contexto, o
modificarla directamente, dando así cabida a “una colaboración
póstuma no planeada”.Ahora
ver una fotografía dentro de un entorno periodístico ya no inspira
confianza, pero este escepticismo también provoca una reacción
positiva, es decir, impulsa a la fotografía a adquirir un lenguaje
cada vez más maduro, que diga cosas a partir de la explotación de
sus propias cualidades y no para probar una verdad. La fotografía se
convierte en la investigación inicial, un boceto de una imagen
mutable, vulnerable y recontextualizable.
En
la era digital la variedad de medios se pueden mezclar, de modo que
el periodismo compite con las películas, y los usuarios exigen que
lo que se presente tenga el mismo impacto. Existe una construcción
de la verdad en la foto, aun las que se publican para validar o
probar hechos. Incluso sabiendo esto, y con todas las dudas que nos
producen, existe cierta credibilidad remanente, gracias a la
capacidad del medio para narrarnos lo sucedido. Se generan realidades
actuales es históricas. Hay versiones de distintos hechos ya no solo
hay una, un espectro de realidades que es necesario analizar,
contrastar para llegar a una comprensión particular.
Ritchin
nos describe a la fotografía digital como una suerte de dialogo con
el autor y su contexto espacio/tiempo, una especulación. En lugar de
fomentar el olvido la fotografía digital nos invita a recordar más,
debido a las conexiones y múltiples perspectivas. En la Red, no solo
se relacionan las imágenes, sino también las ideas y los conceptos.
Dicho de otra manera la fotografía hecha raíces, de este modo se
amplía “el encuadre”; a un contexto temporal y geográfico que
le dan significado. Esto significa una mayor producción de
conocimientos e intercambio de ideas. La verdad y la autoridad ya no
está centralizada, aquí todos son capaces de contribuir.
Es
aquí donde juega un papel muy importante la educación del usuario,
sobre cómo reaccionará ante este mundo de información, cómo
reflexionar correctamente, cómo discernir entre tantas opciones a su
disposición. Será necesario generar políticas que regulen y
faciliten el transito de usuarios? Ritchin dice que sí, esto, a
través de una serie de datos que contextualicen cada imagen y
reduzcan los márgenes de error a la hora de interpretar ese enorme
mosaico. Beneficiando de este modo a todos, autores y usuarios. El
objetivo es que las personas se conviertan en consumidores de
imágenes mucho más preparados, educados, entendidos y que duden
como un método en la búsqueda de la edificación de su propia
verdad.
Ahora
más que nunca tanto en el arte como en la fotografía documental o
periodística la imagen requiere de un contexto para ser interpretada
debido a la búsqueda de conocimientos concretos. Este contexto puede
estar compuesto por más imágenes, textos, videos, gráficos, etc.
Desde estos términos y con las facultades de la imagen cualquier
cosa o persona real a través de la imagen puede ser reconfigurada,
recreada. Y con estas mismas herramientas: la imagen, acompañada de
un buen discurso y aliándose con los medios de comunicación pueden
un gobierno llegar al poder, puede sustentarse una “verdad
histórica”, justificar una masacre o la invasión de un país.
La
fotografía es un medio que también puede llegar a ser tan concreto
y contundente debido a su capacidad para albergar todo un sistema
simbólico, de tal manera que habrá a quien no le favorezca el grado
de “verdad” que le es posible transmitir. Es por eso que a veces
una sola fotografía llega a incomoda a un país o gobierno,
impidiendo su publicación. Con todo esto comprobamos que la
fotografía sigue siento un medio muy poderoso y lo seguirá siendo.
Las
tecnologías van avanzando y las nuevas formas experimentales de
hacer llegar la información tienen hacia la inclusión de los
distintos medios, como en el caso de los “ensayos fotográficos”
que nos dieron mucho del funcionamiento que hoy en día podemos
experimentar, es decir, nuevas formas de leer, discutir y conformar
la información. Se habla de la eliminación total del copyright, y
una tendencia que posibilita a los no profesionales para generar
conocimiento a partir de la modificación de lo ya creado. Dándonos
ideas en qué pensar, pues de este modo, la prensa cuyo poder en
ciertos casos hacía valerse como verdad fundamental y en la figura
de líderes de opinión, y periodistas serios, sobretodo en
cuestiones políticas irá desvaneciéndose entre la multitud.
Sea
cual sea el futuro de la fotografía, es un hecho que pensar en un
retroceso en tanto forma técnica de hacer las cosas para obligarnos
a ser más consientes de lo que fotografiamos, en mi opinión
personal sería un tanto absurdo. Yo más bien pensaría en un
replanteamiento de nuestro sistema de valores. Una producción y uso
consiente de la imagen que corresponda a nuestro propio sistema
simbólico, con nuestras herramientas, de cara a nuestra era.