viernes, 7 de abril de 2017


Todo cuanto existe está sujeto a cambios, sobretodo y es más distinguible lo que ser humano interviene; a través de las épocas adquiere y renueva su significado y su razón de existir. Pero del mismo modo que el hombre afecta lo que toca, así mismo sus creaciones pueden hacerlo cambiar. El caso de la fotografía es un claro ejemplo de esto.
Para el siguiente ensayo fue necesario el análisis de dos textos, uno corresponde al libro “Sobre la fotografía” de Susan Sontag y el otro “Después de la fotografía escrito por Fred Ritchin. Ambos tocan temas fundamentales en torno a la fotografía, y las posibilidades que esta le trajo al hombre vistos desde dos contextos históricos muy distintos. Desde su origen y desarrollo asta su salto al mundo digital, cada uno con sus peculiaridades. Sin embargo existen algunos puntos que tienen en común los dos autores, cuestiones que han trascendido a los años y a los medios. Ambos señalan las ventajas con las que la nuevas tecnologías enriquecen nuestra manera de ver el mundo, si algo comparte Ritchin con Sontang es la idea del “cambio”; “La fotografía vino para cambiar nuestra manera de ver todo lo que nos rodea”, nos dice Sontag refiriéndose a la fotografía análoga, nos dice también que la apreciación, y la percepción de las cosas, con la fotografía es como volver a ver el mundo desde otro punto de vista, encontrar un hallazgo fotográfico, de algo conocido y redescubrirlo bajo otra luz. Por otro lado, Ritchin respecto a la fotografía que se desenvuelve en a la era digital, nos dice que este cambio es tal que, “nos hemos transformado en seres virtuales, “nos hemos convertido en la materia de nuestros propios sueños”, es decir que si intervenimos el mundo de manera distinta, este cambiará a nuestro modo y nosotros con éste. El mundo real se ha reducido a una referencia de la realidad que se construye virtualmente. Pero hay otra idea aun más importante compartida entre los dos autores, y es que efectivamente hay desventajas que los avances trajeron consigo; la sobreproducción de imágenes indiscriminadamente. Y bajo este diagnostico que Susan señaló y que Ritchin nos vuelve a recordar, es necesario tomar una postura responsable y hacer lo que esté en nuestras manos para darle un uso adecuado a este medio.
Sontag, bajo la idea de la caverna de Platón, nos sugiere un cambio o una manera distinta de ver el mundo a partir de la existencia de la fotografía, gracias a “la visión fotográfica” y su código visual, amplía nuestras nociones de lo que es importante mirar. Según Sontang es experiencia y conocimiento ligado directamente a la realidad, y por la cual se puede conocer el mundo. Algunas ideas de estas permanecen vigentes hasta nuestros días según la perspectiva de Ritchin. Efectivamente la fotografía ha cambiado la manera en que percibimos el mundo, de alguna manera creamos una nueva representación de la realidad al mismo tiempo que nos alejamos de esta. La abandonamos por lo que nos muestran los distintos medios de comunicación a través de la imagen y valoramos todo cuanto nos rodea según una serie de nuevas reglas que propone el medio.
Sontang nos plantea la idea de la belleza y cómo es que su valoración ha ido transformándose desde la producción individual de distintos artistas. Por un lado, bajo las ideas de Withman, nos dice que todo cuanto se fotografía es bello o exhibe cierta belleza, en una suerte de generalización de la estética. Dos trabajos destacables acerca de esto son los de Edward Steichen y Diane Arbus. Por un lado Steichen con su serie fotográfica de Edward Steichen “La familia humana” que busca hacernos ver la belleza humana en tanto pertenecen a la misma especie, y en tanto fueron captados por una cámara.. En el libro de Ritchin no pasa de esa manera, no menciona directamente obre la belleza, pero de manera deductiva podemos asimilar que dentro del contexto digital esta apreciación de los valores estéticos, se atomiza a múltiples opiniones emitidas desde distintos espacios, todo es relativo al tiempo y al espacio, al entorno, a la información y a las ideas con la cual la imagen sea relacionada. Es decir, si se toma la fotografía de un zorzal, al mismo tiempo que se fotografían los eventos de la destrucción de una guerra, en una especie de relación contextual, tiempo/espacio, la apreciación de estos eventos serán relativos entre sí en una suerte de yuxtaposición.

Darle importancia a algo a través de retratarlo, estamos decidiendo qué retratar, para los fotógrafos analógicos, esta práctica era habitual, no tenían la cantidad extrema de disparos como los fotógrafos digitales, sus rollos y placas eran limitadas, de manera que tenían que discernir qué fotografiar a través de un proceso mucho más consciente en contraste con la fotografía digital, que le da al fotógrafo la posibilidad del ensayo y el error de manera deliberada. No quiere decir que todo fotógrafo digital dispare sin sentido, pero es un vicio o una tentación posible, latente. Aunque también bajo la intención de hacerlo, dadas las facultades y por que así se plantee el auto, es perfectamente válido hoy en día.
Una de las cualidades que suponen los avances tecnológicos, es la posibilidad de hacer la vida más fácil al ser humano, justo como planteaba ya desde entonces Sontag, aparir del slogan de Kodak, “usted solo haga click”, esto significa ampliar su uso a casi cualquier persona, nos abre las puertas a la democratización y popularización de la fotografía, de modo que ya casi cualquier persona puede fotografiar con algún dispositivo. Esto supuso y supone, un número inimaginable de posibilidades y puntos de vista para producir imágenes, tanto como cada habitante sobre la tierra.

La utilidad de las imágenes producidas también varía con el paso del tiempo, ya sea como objetos para exhibirse, como muletas de la memoria, como arte o expresión, etc. es decir, cuando se abre de este modo la construcción de contenidos visuales, es necesario preguntarnos respecto a todo lo que llega a nuestras manos o pantallas: ¿de dónde proviene? ¿cual es la intención del autor?. Sontag nos cuenta que en cierto contexto la fotografía fue capaz de procurar pruebas. Nos menciona la utilidad de la que se sirvió la policía de París casi recién inventada. Y en esto se diferencia ampliamente de lo que propone Ritchin en el contexto actual. Para él, “la verdad” en la fotografía digital está absolutamente desvirtuada. Sus opiniones se ubican mucho más dentro del habiente editorial donde la “verdad” es fundamental, un entorno en el que la veracidad de las imágenes debería ser estrictamente controlada. Desde este contexto nos explica que, para la era digital, la construcción de esta veracidad o supuesta verdad va mucho más ligada con la percepción del sujeto o usuario, y la credibilidad que este sea capaz de conferirle, idealmente, desde un análisis individual y subjetivo. Esta necesidad surge, gracias a que ahora ya no solo los fotógrafos de periodismo pueden producir contenido editorial. En tanto se universalizó la producción de pruebas que sustentan hechos en torno a la fotografía relativa al periodismo o a la documentación, la posibilidad de una “verdad”, se nos escapa de las manos.

Ritchin, señala la transformación de lo análogo a lo digital. Esta capacidad de imitar lo real desde otra lógica, por ejemplo un escritorio de una oficina se traslada al interior de una computadora con todas sus funciones perfectamente. Es decir con una referencia de lo real, se puede construir un nuevo mundo digital, debido a su referencia nos parece familiar e incluso mucho más fácil, “amigable”, compacto, transportable, entre otras cualidades. Una realidad que tenemos en nuestras manos y que podemos manipular, un cambio en la visión del mundo, de la realidad, el pensamiento y la vida. O como lo plantea Sontang desde el contexto histórico que le permitía analizar, es posible coleccionar el mundo, tener una referencia de este a través de una serie de fotografías como “Los carabineros” en 1963. Nos dice Sontag, fotografiar significa adquirir un poder sobre lo fotografiado. Sin embargo, este poder se ha salido de nuestra capacidad de control. La era digital nos convierte a todos los que estamos en contacto con ella en “usuarios”. Debido a las cualidades que se le han imputado a la tecnología, gracias a su programación estricta y matemática, y su apariencia diseñada y frívola, es fácil relacionarla con “perfección”, ante nuestra inexperiencia o ignorancia; de este modo el usuario está en desventaja, lo que propicia una relación de poder, nos propone otra realidad, con otras reglas que para acceder hay que obedecer.
La facilidad con la que el mundo digital se puede manipular y modificar nos hace finalmente quedarnos en él, sobre el mundo real. En la era digital, tanto el mundo digital como el mundo real es manipulable. Nos acostumbramos a ver una realidad fotogénica, a la que accedemos a través de un rectángulo o pantalla. Ya nadie ve lo que le rodea, preferimos esa ficción, que es reflejo de nuestros deseos.
Y en este punto es importante cuestionarnos, ¿en dónde queda la ética en la producción y manipulación de imágenes? ¿hasta qué punto es permitido modificar una imagen que va avalar una verdad? ¿deberían existir estas reglas?
Al integra imagen a la Red, comienza su transformación ya sea que se haya modificado previamente o no. “El momento decisivo” que nos proponía Cartier Bresson queda totalmente anulado, la autoría de la fotografía se vuelve maleable, de modo que ya en el entorno digital y su cualidad de estar presente en cualquier parte del planeta, alguien del otro lado del mundo puede tomarla, darle otro contexto, o modificarla directamente, dando así cabida a “una colaboración póstuma no planeada”.Ahora ver una fotografía dentro de un entorno periodístico ya no inspira confianza, pero este escepticismo también provoca una reacción positiva, es decir, impulsa a la fotografía a adquirir un lenguaje cada vez más maduro, que diga cosas a partir de la explotación de sus propias cualidades y no para probar una verdad. La fotografía se convierte en la investigación inicial, un boceto de una imagen mutable, vulnerable y recontextualizable.
En la era digital la variedad de medios se pueden mezclar, de modo que el periodismo compite con las películas, y los usuarios exigen que lo que se presente tenga el mismo impacto. Existe una construcción de la verdad en la foto, aun las que se publican para validar o probar hechos. Incluso sabiendo esto, y con todas las dudas que nos producen, existe cierta credibilidad remanente, gracias a la capacidad del medio para narrarnos lo sucedido. Se generan realidades actuales es históricas. Hay versiones de distintos hechos ya no solo hay una, un espectro de realidades que es necesario analizar, contrastar para llegar a una comprensión particular.
Ritchin nos describe a la fotografía digital como una suerte de dialogo con el autor y su contexto espacio/tiempo, una especulación. En lugar de fomentar el olvido la fotografía digital nos invita a recordar más, debido a las conexiones y múltiples perspectivas. En la Red, no solo se relacionan las imágenes, sino también las ideas y los conceptos. Dicho de otra manera la fotografía hecha raíces, de este modo se amplía “el encuadre”; a un contexto temporal y geográfico que le dan significado. Esto significa una mayor producción de conocimientos e intercambio de ideas. La verdad y la autoridad ya no está centralizada, aquí todos son capaces de contribuir.
Es aquí donde juega un papel muy importante la educación del usuario, sobre cómo reaccionará ante este mundo de información, cómo reflexionar correctamente, cómo discernir entre tantas opciones a su disposición. Será necesario generar políticas que regulen y faciliten el transito de usuarios? Ritchin dice que sí, esto, a través de una serie de datos que contextualicen cada imagen y reduzcan los márgenes de error a la hora de interpretar ese enorme mosaico. Beneficiando de este modo a todos, autores y usuarios. El objetivo es que las personas se conviertan en consumidores de imágenes mucho más preparados, educados, entendidos y que duden como un método en la búsqueda de la edificación de su propia verdad.
Ahora más que nunca tanto en el arte como en la fotografía documental o periodística la imagen requiere de un contexto para ser interpretada debido a la búsqueda de conocimientos concretos. Este contexto puede estar compuesto por más imágenes, textos, videos, gráficos, etc. Desde estos términos y con las facultades de la imagen cualquier cosa o persona real a través de la imagen puede ser reconfigurada, recreada. Y con estas mismas herramientas: la imagen, acompañada de un buen discurso y aliándose con los medios de comunicación pueden un gobierno llegar al poder, puede sustentarse una “verdad histórica”, justificar una masacre o la invasión de un país.
La fotografía es un medio que también puede llegar a ser tan concreto y contundente debido a su capacidad para albergar todo un sistema simbólico, de tal manera que habrá a quien no le favorezca el grado de “verdad” que le es posible transmitir. Es por eso que a veces una sola fotografía llega a incomoda a un país o gobierno, impidiendo su publicación. Con todo esto comprobamos que la fotografía sigue siento un medio muy poderoso y lo seguirá siendo.
Las tecnologías van avanzando y las nuevas formas experimentales de hacer llegar la información tienen hacia la inclusión de los distintos medios, como en el caso de los “ensayos fotográficos” que nos dieron mucho del funcionamiento que hoy en día podemos experimentar, es decir, nuevas formas de leer, discutir y conformar la información. Se habla de la eliminación total del copyright, y una tendencia que posibilita a los no profesionales para generar conocimiento a partir de la modificación de lo ya creado. Dándonos ideas en qué pensar, pues de este modo, la prensa cuyo poder en ciertos casos hacía valerse como verdad fundamental y en la figura de líderes de opinión, y periodistas serios, sobretodo en cuestiones políticas irá desvaneciéndose entre la multitud.
Sea cual sea el futuro de la fotografía, es un hecho que pensar en un retroceso en tanto forma técnica de hacer las cosas para obligarnos a ser más consientes de lo que fotografiamos, en mi opinión personal sería un tanto absurdo. Yo más bien pensaría en un replanteamiento de nuestro sistema de valores. Una producción y uso consiente de la imagen que corresponda a nuestro propio sistema simbólico, con nuestras herramientas, de cara a nuestra era.

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