miércoles, 22 de febrero de 2017

Ensayo a partir de la lectura del libro "Sobre la fotografía".


Introducción


Pensar sobre la fotografía en nuestros días, es evocar un monstruo que ha reproducido de manera increíble una y otra vez nuestro mundo. Esto ha sido posible debido a la diversificación de sus usos y los medios por los cuales se puede ejercer; gracias a su industrialización y a la relativa facilidad con la que es posible llevar a cabo su práctica; de modo que, hoy en día casi todas las personas pueden traducir cualquier experiencia a imágenes.
El libro que se planteó analizar para este ensayo, lleva por título, “Sobre la fotografía” de la escritora Susan Sontag. Este, aborda distintos temas y problemáticas en torno a la práctica de la fotografía a lo largo de su historia. Es un texto realmente diverso y enriquecedor.

Sin pretender ahondar en temas extensos desarrollados en el libro tales como, si la fotografía es arte o no, o cuál sería el modo correcto en que se debe desempeñar, etc. el objetivo de este texto es analizar un tipo de fotografía y su importancia como rito social; básicamente, esta forma parte de la historia personal de “alguien” de “nosotros”, se nos revela como testigo capaz de capturar el paso del tiempo, afecta nuestro desarrollo, nuestras relaciones; pero también puede hacernos caer en el registro de lo absurdo, de la trivialidad, e irremediablemente, de manera irónica, revela siempre la fragilidad humana y la indefensión a la que estamos sujetos ante nuestra propia finitud en esta línea temporal. Es decir, trataremos sobre la fotografía banal, cotidiana, “familiar o de aficionados”, como se refiere a ella la autora (Susan Sontag). Este análisis lo haremos a partir de lo leído en el libro antes mencionado y en algún otro texto, enmarcando estas reflexiones desde mi particular punto de vista y experiencia en torno a la fotografía "impresa" cuyo valor comenzó a mermar hacia finales de los 90´s. (al ir  acercándonos al término de las reflexiones, la visión de la fotografía se amplia hacia la fotografía en un entorno digital, contemporáneo).

Las fotografías Nuestras


En el desarrollo de este texto, nos referiremos como “fotografía familiar, popular o de aficionados”, al tipo de fotografía que cualquier persona es capaz de capturar con cualquier dispositivo que le permita hacerlo.

Susan Sontang, habla muy poco sobre el tema, sin embargo lo aborda en las primeras páginas y posteriormente de manera indirecta, comienza diciéndonos: “Recientemente la fotografía se ha transformado en una diversión casi tan cultivada como el sexo y el baile.” Tal es la magnitud de su introducción en la vida social que es fácil suponer que todos poseemos registros fotográficos de nuestro desarrollo como personas.
Desde que tuve conciencia de la existencia de la fotografía, me pareció absolutamente mágico, “surreal”, cómo es que un objeto puede replicar un fragmento de la realidad visible para ser preservado. Las fotografías en el hogar donde crecí, siempre tuvieron un lugar importante, sin embargo la idea de su exhibición fue un tanto despreocupada, de manera que permanecían en cajas o baúles sin ver la luz por largos periodos de tiempo. Esta particular dinámica, nos permitía a mí y a mis hermanos consultar de manera fortuita estos registros y redescubrirlos, cada vez más sorprendidos del paso del tiempo. Este tipo de fotografías, las que hablan de un “alguien”, son de las que hablo aquí, ya que me generan un interés mucho más profundo debido a que nos afectan directamente por su carga nostálgica y anecdótica que en ellas existe, provista por nosotros.

La fotografía “popular” es capaz de mostrar nuestra realidad y evocar “recuerdos significativos”, ya que se trata de nosotros o de los que habitan nuestro mismo espacio; funge como evidencia de la consumación de un hecho, de la construcción de lazos emocionales, nos parecen familiares, confiables y por lo tanto parecen poseer un grado de “verdad”.
En nuestros días, es casi imposible suponer que en una casa no exista un sistema para obtener fotografías ya sea cámara o celular de algún tipo, tanto en los inicios de la fotografía familiar como ahora, el no fotografiar a los niños en desarrollo es sinónimo de desinterés. "La conmemoración de los logros de los individuos en tanto miembros de una familia (así como de otros grupos) es el primer uso popular de la fotografía.” Es verdad que estas fotografías que tiene que ver con nuestro desarrollo familiar intimo tienen una correspondencia profunda en nuestros recuerdos, nos evocan sensaciones, sentimientos acerca de un hecho. Poco importa cuáles actividades se fotografían siempre que las fotos se hagan y aprecien.”

Desde mediados del siglo XIX cuando la fotografía se integra a la vida familiar, cobró gran importancia fotografiar eventos significativos para la vida intima de las personas, de tal modo que hoy en día, capturar encuentros sociales, hechos memorables ya forma parte de un comportamiento que se espera socialmente, como Sontag lo menciona; Es sobre todo un rito social, una protección contra la ansiedad y un instrumento de poder.”

Uno de los objetos más significativos de la conservación de los recuerdos dentro de un circulo familiar son “los álbumes fotográficos”, ya no es tan popular tenerlos en casa, y al menos en los 90´s, yo recuerdo que eran objetos rituales casi mágicos, ya que contenían nuestras historias, la huella de nuestras vidas que podíamos medir en pequeños acontecimientos.
Pero, ¿Qué es lo que nos conquista de estas fotografías?. Existe una especie de “Aura”, que nos atrae hacia estos objetos memorables (las fotografías impresas), que nos producen añoranza, necesidad de preservar y miedo de perder. Deshacernos o “romper fotografías de un ser querido muerto nos parece un despiadado gesto de rechazo”. Estas fotografías/objetos son apreciadas, según Sontag por ciertas características que poseen y que constituyen esta aura. Una de ellas, es muy simple, porque fotografiar es conferir importancia, enfatizar, el “phatos” las generaliza y les provee un halo de añoranza, solo por el hecho de haber sido fotografiadas hace muchos años ; Otra razón puede ser la relación que estas puedan tener con el tiempo, el deterioro físico o proceso entrópico al que están expuestas las fotos, se ponen amarillas, se agrietan, se humedecen, etc. asumiendo con dignidad un estado de vejez que nos recuerdan el trascurrir del tiempo, y esto también, en tanto a pesar de reconocernos, ya no coinciden esas imágenes con nuestro estado físico y mental actual. Si el autor es un ser querido pasa a ser un ente importarme dentro de la experiencia, incluso puede ser mucho más destacable que el nombre de un artista con su obra. Todos estos objetos nos hace contrastar el presente y el pasado, y en algunos casos nos hacen creer que “el pasado que contemplamos fue mejor”. Por otro lado, estamos ligados a estas imágenes porque nos dan indicios de lo que ya no será, de nuestra fatalidad, nos dice Sontag, Las fotografías declaran la inocencia, la vulnerabilidad de las vidas que se dirigen hacia su propia destrucción, y este vínculo entre la fotografía y la muerte lastra todas las fotografías de personas”, o como Barthes lo expresa "La fotografía repite mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente". Estas condiciones forman parte de un valor moral nostálgico que le conferimos a las fotos.

A diferencia de la fotografía como arte, estos objetos populares no son cuestionados de ninguna manera, da igual la técnica o maestría con las que fueron ejecutados, siempre y cuando sean reconocibles y apreciados.

Estos rituales capturados, como casi siempre, la sociedad los ha llevado a extremos absolutos debido al proceso cada vez más fácil y accesible, al grado de perder la capacidad de discernir entre un evento memorable y fotografiar de manera compulsiva la trivialidad absoluta, desvirtuado esta idea de lo que es importante conservar o no. Ahora estos registros se conservar en su mayoría de manera digital en memorias, discos o en las redes sociales. Han perdido casi por completo el encanto del aura que los hacían entrañables de la forma en que recordábamos, pero aun siguen ahí hablándonos de las mismas cosas.
Como conclusión cabe mencionar que mi visión sobre este tema, es absolutamente personal, me mueve internamente debido a que la fotografía en estos términos y condiciones a pesar de haberse transformado en este monstruo, virtual, salvaje; ha logrado permanecer democrática, ser libre de museos, de la crítica, de pensarse y sentirse como uno quiera o pueda, y de ser guardados en álbumes, baúles, memorias o en la "nube" por la razón que uno desee. Son nuestras.

Al finalizar de leer el libro, me topé de manera grata con una cita que confirmó la inclinación que tenía hacia el tema del ensayo que ya se venía concretando. Coincido con ella y me pareció muy conmovedora.
Quisiera tener un recuerdo conmemorativo semejante de todos y cada uno de los seres que he querido en el mundo. Y no es solamente el parecido lo que precio en tales casos, sino las asociaciones y la sensación de proximidad que la cosa supone… el hecho de que la sombra misma de la persona esté allí, fija para siempre. En lo que pienso es en la santidad misma del retrato, y no, no me parece monstruoso por mi parte decir justamente aquello contra lo que mis hermanos se oponen con tanta vehemencia, a saber, que prefiero uno de estos relicarios de un ser querido antes que el más notable de los trabajos jamás producidos por un artista.
 Elizabeth Barrett 
(en carta a Mary Russell Mitford, 1843)

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